viernes, 1 de mayo de 2015

Charla Debate :Problemática ambiental de la Sierras Chicas-Córdoba Argentina

Resumen del trabajo mencionado en la Charla Debate.
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A fines del 2013, la UNC difundió un trabajo científico que alertaba sobre los riesgos de deslizamientos (tierra, roca y agua) e inundaciones en la zona de las Sierras Chicas de Córdoba, particularmente en la cuenca de los ríos Ceballos y Saldán. El avance descontrolado de la frontera urbana y el desmonte de bosque nativo eran señalados como factores de estos riesgos.
Miembros del Equipo de Ordenamiento Territorial del Instituto Superior de Estudios Ambientales (ISEA), encabezado por Alicia Barchuk junto a Victor Diaz y Alberto Daghero , reclamaban la protección de esa cuenca hídrica.
Finalizó un trabajo que explica por qué se produjeron las catástrofes que azotaron a la zona de las Sierras Chicas, luego de las lluvias que alcanzaron entre 270 y 300 milímetros en la jornada del 15 de febrero. El trabajo se enmarca en el proyecto de investigación “Efectos de los cambios de cobertura y uso de la tierra en cuencas hídricas en la provincia de Córdoba: impactos y riesgos socio-ambientales”, que cuenta con el aval de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la UNC (2014-2015).
A partir de información satelital, los investigadores generaron mapas de riesgo de inundaciones de la cuenca Río Ceballos-Saldán y realizaron un muestreo de los daños en las principales localidades afectadas.
Factores de riesgo que posibilitaron inundaciones
Uso y abuso del suelo: Las urbanizaciones en Sierras Chicas, tanto las antiguas como las actuales, están ubicadas en las zonas de mayor riesgo de inundación. A esto contribuyó el desmonte de bosque nativo. Según estimaciones del propio equipo del ISEA, en siete años se perdieron dos mil hectáreas de bosque en esta zona.
Los mayores riesgos de inundación recaen sobre las ciudades, porque el agua tiene pocos obstáculos en su recorrido. Y lo opuesto sucede en la zona de mayor cobertura vegetal.
Villa Allende, la salida del agua: En las horas pico de la inundación del 15 de febrero, las calles centrales de Villa Allende se convirtieron en ríos. La “puerta” de salida del agua de toda la cuenca es la ciudad de Villa Allende.
Un tobogán: La cuenca estudiada es una región de altísima pendiente. Hay lugares con niveles de pendiente que van entre el 18 % y más del 60%.
De esta forma, esta zona de las Sierras Chicas se convierte en una especie de “tobogán” por el que se desliza el agua de las lluvias, lo que se ve potenciado por la escasa cobertura boscosa y la gran presencia de piedras y superficie urbanizada que facilitan el escurrimiento del agua. En las zonas de baja pendiente, ubicadas mayormente en las ciudades, el agua tiende a estancarse.
Altura: Otra variable que aporta a una explicación integral de lo sucedido, es la altura en relación al mar. En las zonas altas, el agua baja rápidamente por el propio efecto gravitatorio. Y en las zonas bajas ocurre lo contrario, es más probable que se estanque.
En las Sierras Chicas, evaluadas según la altitud de su terreno, es posible ver que las regiones más altas tienen mucho menos riesgo de inundarse que las más bajas. Los límites de altitud en que ocurrió el fenómeno se ubicaron entre 500 msnm (Villa Allende) y 800 msnm (Río Ceballos).
Demasiado cerca: El último aspecto que se midió es, quizás, la causa más importante de los desastres ocurridos. Se trata de las construcciones en proximidades de las orillas de los ríos y de los arroyos más importantes.
En ese sentido, resulta simple comprobar que la mayor densidad de urbanizaciones sigue el camino del agua. Ante una crecida intensa como la registrada, se verificó que el agua llegó hasta 300 metros de la margen de los cursos de agua (que fue incluso mayor en algunos puntos específicos). El impacto del agua decrece a medida que las urbanizaciones se alejan de los ríos.
Mapa de las inundaciones
Integradas entre sí, las cinco variables estudiadas conforman un mapa de la cuenca que delimita claramente cuáles son las zonas con distintos niveles de riesgo de inundación. Hay 12.052 hectáreas “sin riesgo” de inundación, principalmente las zonas donde se conservó el bosque, los pastizales y roquedales, y donde se registra mayor altura sobre el nivel del mar y altos niveles de pendiente. Luego, existen 4.804 hectáreas con “bajo riesgo” y otras 1.968 hectáreas con riesgo “medio”.
El aspecto que sobresale son las 859 hectáreas con riesgo “alto” y las 330 hectáreas con riesgo “extremadamente alto” de inundarse: es principalmente aquí donde se despliega el trazado urbano. En estas más de mil hectáreas es donde están ubicadas las casas, los comercios y las instituciones.
Las zonas relevadas de mayor desastre (Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo, Saldán y Río Ceballos) .
Según los especialistas, para impedir que esto vuelva ocurrir es indispensable impedir las urbanizaciones en las zonas de alto y muy alto riesgo de inundación, así como recuperar, en estas áreas, la cobertura vegetal.
“Debemos implementar un nuevo uso de la tierra planificado estratégicamente, que ya lo contempla- aunque no nos guste-, la ley provincial 9.814 (Ley de bosques)”, asevera Barchuk. “Y esto depende del compromiso de toda la sociedad y de las acciones de gestión de las autoridades municipales y provinciales”.

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