Resumen del trabajo mencionado en la Charla Debate.
A fines del 2013, la UNC difundió un trabajo científico que alertaba
sobre los riesgos de deslizamientos (tierra, roca y agua) e inundaciones
en la zona de las Sierras Chicas de Córdoba, particularmente en la
cuenca de los ríos Ceballos y Saldán. El avance descontrolado de la
frontera urbana y el desmonte de bosque nativo eran señalados como
factores de estos riesgos.
Miembros del Equipo de Ordenamiento Territorial del Instituto Superior
de Estudios Ambientales (ISEA), encabezado por Alicia Barchuk junto a
Victor Diaz y Alberto Daghero , reclamaban la protección de esa cuenca
hídrica.
Finalizó un trabajo que explica por qué se produjeron las catástrofes
que azotaron a la zona de las Sierras Chicas, luego de las lluvias que
alcanzaron entre 270 y 300 milímetros en la jornada del 15 de febrero.
El trabajo se enmarca en el proyecto de investigación “Efectos de los
cambios de cobertura y uso de la tierra en cuencas hídricas en la
provincia de Córdoba: impactos y riesgos socio-ambientales”, que cuenta
con el aval de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la UNC
(2014-2015).
A partir de información satelital, los investigadores generaron mapas de
riesgo de inundaciones de la cuenca Río Ceballos-Saldán y realizaron un
muestreo de los daños en las principales localidades afectadas.
Factores de riesgo que posibilitaron inundaciones
Uso y abuso del suelo: Las urbanizaciones en Sierras
Chicas, tanto las antiguas como las actuales, están ubicadas en las
zonas de mayor riesgo de inundación. A esto contribuyó el desmonte de
bosque nativo. Según estimaciones del propio equipo del ISEA, en siete
años se perdieron dos mil hectáreas de bosque en esta zona.
Los mayores riesgos de inundación recaen sobre las ciudades, porque el
agua tiene pocos obstáculos en su recorrido. Y lo opuesto sucede en la
zona de mayor cobertura vegetal.
Villa Allende, la salida del agua: En las horas pico de la inundación
del 15 de febrero, las calles centrales de Villa Allende se convirtieron
en ríos. La “puerta” de salida del agua de toda la cuenca es la ciudad
de Villa Allende.
Un tobogán: La cuenca estudiada es una región de altísima pendiente. Hay
lugares con niveles de pendiente que van entre el 18 % y más del 60%.
De esta forma, esta zona de las Sierras Chicas se convierte en una
especie de “tobogán” por el que se desliza el agua de las lluvias, lo
que se ve potenciado por la escasa cobertura boscosa y la gran presencia
de piedras y superficie urbanizada que facilitan el escurrimiento del
agua. En las zonas de baja pendiente, ubicadas mayormente en las
ciudades, el agua tiende a estancarse.
Altura: Otra variable que aporta a una explicación
integral de lo sucedido, es la altura en relación al mar. En las zonas
altas, el agua baja rápidamente por el propio efecto gravitatorio. Y en
las zonas bajas ocurre lo contrario, es más probable que se estanque.
En las Sierras Chicas, evaluadas según la altitud de su terreno, es
posible ver que las regiones más altas tienen mucho menos riesgo de
inundarse que las más bajas. Los límites de altitud en que ocurrió el
fenómeno se ubicaron entre 500 msnm (Villa Allende) y 800 msnm (Río
Ceballos).
Demasiado cerca: El último aspecto que se midió es, quizás, la causa más
importante de los desastres ocurridos. Se trata de las construcciones
en proximidades de las orillas de los ríos y de los arroyos más
importantes.
En ese sentido, resulta simple comprobar que la mayor densidad de
urbanizaciones sigue el camino del agua. Ante una crecida intensa como
la registrada, se verificó que el agua llegó hasta 300 metros de la
margen de los cursos de agua (que fue incluso mayor en algunos puntos
específicos). El impacto del agua decrece a medida que las
urbanizaciones se alejan de los ríos.
Mapa de las inundaciones
Integradas entre sí, las cinco variables estudiadas conforman un mapa de
la cuenca que delimita claramente cuáles son las zonas con distintos
niveles de riesgo de inundación. Hay 12.052 hectáreas “sin riesgo” de
inundación, principalmente las zonas donde se conservó el bosque, los
pastizales y roquedales, y donde se registra mayor altura sobre el nivel
del mar y altos niveles de pendiente. Luego, existen 4.804 hectáreas
con “bajo riesgo” y otras 1.968 hectáreas con riesgo “medio”.
El aspecto que sobresale son las 859 hectáreas con riesgo “alto” y las
330 hectáreas con riesgo “extremadamente alto” de inundarse: es
principalmente aquí donde se despliega el trazado urbano. En estas más
de mil hectáreas es donde están ubicadas las casas, los comercios y las
instituciones.
Las zonas relevadas de mayor desastre (Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo, Saldán y Río Ceballos) .
Según los especialistas, para impedir que esto vuelva ocurrir es
indispensable impedir las urbanizaciones en las zonas de alto y muy alto
riesgo de inundación, así como recuperar, en estas áreas, la cobertura
vegetal.
“Debemos implementar un nuevo uso de la tierra planificado
estratégicamente, que ya lo contempla- aunque no nos guste-, la ley
provincial 9.814 (Ley de bosques)”, asevera Barchuk. “Y esto depende del
compromiso de toda la sociedad y de las acciones de gestión de las
autoridades municipales y provinciales”.
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